martes, 24 de mayo de 2011

Narración:
Soy Eufemio Zapata Salazar, muchos me reconocerán por el apellido que hizo famoso mi hermano menor: Emiliano. Desde muy pequeños nuestros padres nos enseñaron valores como el respeto y la honradez, así como el trabajo duro; ganar lo que tenemos con nuestras propias manos. Como lo que mi padre poseía había sido fruto del esfuerzo de toda una vida le dolió mucho cuando los hacendados le despojaron de un huerto que pertenecía a él y a otros agricultores del pueblo. Esto marcó a Emiliano, que entonces tenía 9 años.
Mi hermano, como la mayoría de los campesinos de Morelos, solo pretendía llevar una vida tranquila, hacer lo que más le gustaba que era cuidar sus caballos, sin embargo, el destino y su personalidad le fueron llevando por un camino muy distinto al que él se imaginaba, pues desde que es designado jefe de la Junta de Ayala en 1909, o tal vez desde antes se fue definiendo como un líder, defensor de los derechos de las tierras, un cargo tan requerido en aquel entonces ya que por doquier se escuchaba de los abusos de los hacendados hacia sus trabajadores. La gota que derramó el vaso fue cuando los latifundistas, apoyados por el presidente Porfirio Díaz, impusieron como Gobernador de Morelos a Pablo Escandón, marioneta de la clase rica del Estado; ya no hubo entonces con quien dialogar, alguna autoridad a quien recurrir cuando se era objeto de humillaciones y atropellos. Al igual que muchos hombres de nuestra clase Emiliano sentía rabia, impotencia que lo condujo a tomar la decisión de recuperar por la fuerza lo que les habían arrebatado y así inicia su historia en la revolución mexicana.
En su vida personal y familiar, por supuesto que estuvo matizada por su lucha para defender la tierra, por la figura que representaba y pues por que la mera verdad, no era de mal ver, despertaba suspiros entre las mujeres que lo acompañaban, él sin embargo, elige como esposa a Josefa Espejo Sánchez con la que ha de casarse en agosto de 1911 después de constantes oposiciones de la familia de ésta por provenir de la elite de hacendados porfiristas, mis dos sobrinitos frutos de esta unión, desafortunadamente no sobrevivieron a la vida azarosa que llevaban, en medio de constantes persecuciones frecuentemente escondidos en el monte, ambos fueron víctimas de picaduras de alimañas. Por supuesto, mi hermano tuvo otros hijos con diferentes mujeres, ellos llevan el legado de su padre y sinceramente espero que hayan heredado su determinación cuando se defiende una causa justa.
Susy Guadalupe Avila Ramos

No hay comentarios:

Publicar un comentario